Queridos amigos hispanohablantes,
¿Me pregunto, cuántas ciudades checas conocéis a parte de la capital, Praga? ¿Os dice algo el nombre de Pilsen?
Si no, vamos a rectificarlo ahora.
Pilsen es una ciudad de 170 mil habitantes, alejada 90 minutos de tren al oeste de Praga. Y es un lugar con poderes mágicos.
La magia se manifiesta desde la mitad del siglo XIX y lo bueno es, que no se trata de magia negra, sino magia ámbar. ¿Cuáles son sus efectos? Unos son inmediatos pero temporales – los visitantes de Pilsen se convierten en unos glotones, felices y contentos – y otros pueden llegar a ser un hechizo permanente – porque a saborear la cerveza de Pilsen es posible, que cada otra guste inferior.
Es difícil a resistirlo, y más defícil a encontrar razones para hacerlo.
Sí, hay que decir, que Pilsen es una ciudad histórica, con una catedral majestuosa y una universidad importante. Ofrece monumentos arquitectónicos, edificios culturales, un jardín zoológico, y mucho más… (O al menos eso lo dicen las páginas web.)
La magia ámbar hace, que la gente visitando a Pilsen por la primera vez probablemente no pueda colaborarlo.
En la mayoría de los casos (y no hay razón para avergonzarse de ello), los visitantes se dejan hechizar con la magia del líquido ámbar y convierten la visita en un sueño opulente con objetivos primarios. O, mejor dicho – esenciales. Y eso es poner sus manos a la jarra de cerveza local lo más fresca y unos platos tradicionales checos… y sobrevivir la digestión de toda la grasa.
Sí, vuestro estómago os va a odiar durante la visita en Pilsen, pero las papilas gustativas tendrán una fiesta perpetua.
Quizás sea por estar tan cerca del Urquell (fuente primaria) de la cerveza de tipo pilsener, pero se puede jurar que en Pilsen la cerveza, la suya, la Plzeň, gusta lo mejor. Gusta incluso a la gente que normalmente no la disfruta tanto, y gusta un otro nivel mejor al aprender su historia en el museo de cerveza y al explorar la fábrica de cerveza Pilsner Urquell y sus impresionantes sótanos. (Ambos lugares con un buen restaurante al lado.)
Yo diría que llegar para beber cerveza y aprender algo del proceso que trae la cerveza hasta nuestras mesas es un estilo legítimo de disfrutar de la ciudad. Será una visita de recuerdos quizás un poco nebulosos, pero seguramente sabrosos.
Pilsen sin duda ofrece suficiente entretenimiento para varios días, pero yo diría, que lo mejor es visitarla solamente para dos almuerzos y una cena, no más.
Eso os da suficiente tiempo para explorar el centro histórico y degustar la historia de cerveza, y probablemente os proteja de la glotonería mórbida. ; )
Espero que os haya motivado a visitar a Pilsen un día y, por favor, bebed y comed con moderación, no solo al estar allí, sino siempre. O:)